Fue nuestro
último domingo y éste se desarrollo del siguiente modo:
7.30 laudes y
desayuno; 9 misa en St. Alexis, despedida y agradecimientos; 11 misa en Siguiri;
1 comida (cuxcus y plátano), siesta; 4 paseo y tertulia; 7.15 vísperas y cena;
9 vemos película sobre la Madre Teresa; 9.50 diario.
En él anoto:
última comida en Siguri. Misas de despedidas y agradecimientos. Ellos felices.
Nosotros también. Volveré si Dios quiere, sabiendo algo de francés. Gracias al
padre Rafael, sin él no hubiese vivido esta experiencia. Llueve.
21:44 la
palabra que resume el sentimiento presente es tristeza y gratitud. Sí, tristeza
porque termina la misión. La había deseado tanto desde aquel 19 de julio de
2012, cuando abandoné Kara, en Togo. Volver a África. Visitar Siguiri, la
misión del padre Rafael. Y ha sido tan humana y sacerdotalmente tan
satisfactoria. Las parroquias nos han querido tanto. Entramos primero en su
corazón y después en sus casas. Tres europeos capaces de dejar su tierra para
visitarles y encima contentos y felices.
Sí, esto no es
turismo. ¿Qué hemos encontrado? Una parroquia en Guinea Conakry, un pueblo
integrado por malienses que hablan el malike, unos hermanos cristianos rodeados
de musulmanes, sencillos, buenos y acogedores.
Gracias al
padre Rafael hemos entrado en sus hogares, y así ahora sabemos como viven,
conocemos por experiencia sus casas. Hemos entrado en sus cabañas, habitaciones
y chalets, que también los hay.
La vida aquí no
ha sido como en Togo, sino rutinaria y monótona. Éste ha sido el encanto. He
vivido la mayor parte del tiempo en la misión, rodeado de cristianos con sus
casas muy próximas a las nuestras y he sido muy feliz.
Gracias Padre,
por el regalo de vivir unos días en Guinea Conakry. Cerca ellos duerme en sus chozas
de adobe y paja. Gracias Padre por una parroquia que siempre llevaré en el
corazón, Saint Alexis de Siguri.
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