lunes, 16 de junio de 2014

12 y 13 de agosto. Regresamos.


Todo concluyó. Así el día fue el traslado hasta la ciudad de Bamako. De este modo quedó anotado en la libreta amarilla:

6 levanto; 6.30 misa, laudes y desayuno; 10 adios a Saint Alexis. Tristeza,1.20 llegamos a los salesianos de Bamako, mucho calor, nos encontramos con el padre Rafael, Pablo y los acampados
; 4 leo y descanso; 7 rezo, rosario con el padre Rafael; 10.30 al aeropuerto cruzando el Niger; 1 adios Malí; 3 leo y descanso en el avión; 6 aterrizamos en Lisboa, almorzamos y velozmente embarcamos; 8.15 a Valencia en avión; 10 llegada, metro; 12 a Algemesí; 1 casa, veo a mi madre, la sobrina y las primas; 2 a Montaverner, cuelgo fotos.

¿Sentimientos? Cansancio y deseos de reencontrarme con las parroquias, sumergirme en las fiestas y en mi mundo, el de los pueblos. Los días vividos allí iluminan la vida pastoral, pero mientras Dios no me muestre el camino,  África es un paréntesis, cada vez lo veo más necesario, en las actividades, pero la pecera de este pececillo es el Valle donde vivo,  serpenteado por el río Albaida. Ahora bien, desde que Cecilio y el padre Rafael me abrieron las puertas de este continente siempre he visto con claridad ser todo “gracias a Dios”, iría si Dios quería, he ido porque Dios ha querido y le pido que siempre quiera unos días o el tiempo que considere. Las casas sacerdotales y religiosas acogen misioneros que deseaban morir donde vivieron gran parte de su ministerio sacerdotal y por obediencia se encuentran lejos de la misión, “para que estén mejor cuidados”.  Todo está en sus manos.

Aterricé en mi tierra, mis gentes. Me esperaban días intensos: fiestas patronales de Alfarrasí, a continuación fiestas patronales de Montaverner con la novena al Cristo de la Agonía de Alfarrasí, novena de la Virgen de Loreto en Montaverner, fiestas en Benisuera y una de las más agradables sorpresas de aquel año: los festeros me invitaron a ser el Mantenedor de las fiestas, un honor y una responsabilidad.
Teresa de Liseaux, patrona de les misions, priez por nous.

Domingo 11 de agost. La tristeza del hasta el próximo año, au revoir ami.


Fue nuestro último domingo y éste se desarrollo del siguiente modo:

7.30 laudes y desayuno; 9 misa en St. Alexis, despedida y agradecimientos; 11 misa en Siguiri; 1 comida (cuxcus y plátano), siesta; 4 paseo y tertulia; 7.15 vísperas y cena; 9 vemos película sobre la Madre Teresa; 9.50 diario.

En él anoto: última comida en Siguri. Misas de despedidas y agradecimientos. Ellos felices. Nosotros también. Volveré si Dios quiere, sabiendo algo de francés. Gracias al padre Rafael, sin él no hubiese vivido esta experiencia.  Llueve.

21:44 la palabra que resume el sentimiento presente es tristeza y gratitud. Sí, tristeza porque termina la misión. La había deseado tanto desde aquel 19 de julio de 2012, cuando abandoné Kara, en Togo. Volver a África. Visitar Siguiri, la misión del padre Rafael. Y ha sido tan humana y sacerdotalmente tan satisfactoria. Las parroquias nos han querido tanto. Entramos primero en su corazón y después en sus casas. Tres europeos capaces de dejar su tierra para visitarles y encima contentos y felices.

Sí, esto no es turismo. ¿Qué hemos encontrado? Una parroquia en Guinea Conakry, un pueblo integrado por malienses que hablan el malike, unos hermanos cristianos rodeados de musulmanes, sencillos, buenos y acogedores.

Gracias al padre Rafael hemos entrado en sus hogares, y así ahora sabemos como viven, conocemos por experiencia sus casas. Hemos entrado en sus cabañas, habitaciones y chalets, que también los hay.

La vida aquí no ha sido como en Togo, sino rutinaria y monótona. Éste ha sido el encanto. He vivido la mayor parte del tiempo en la misión, rodeado de cristianos con sus casas muy próximas a las nuestras y he sido muy feliz.

Gracias Padre, por el regalo de vivir unos días en Guinea Conakry. Cerca ellos duerme en sus chozas de adobe y paja. Gracias Padre por una parroquia que siempre llevaré en el corazón, Saint Alexis de Siguri.

domingo, 15 de junio de 2014

Sábado 10 de agosto. Terminamos la bendición de las casas.


Aquel día: 6,10 levanto; 6.30 misa; 7,10 laudes y desayuno; 9.30 bendición de las casas de Siguiri; 12.30 misión; 1 comida (arroz blanco con salsa); 2 siesta total; 4 bendiciones, disfruto; 7 misión; 7.30 vísperas y cena; 8.30 rezo; y 9 agenda.

Celebro el cumpleaños en el mejor sitio, una misión de África. Aquel adolescente si en este día hubiera conocido como celebraría su cuarenta y tres aniversario se hubiese sentido el más feliz del mundo. Gracias Padre. Sinceramente, no lo he comunicado a ninguno de mis hermanos de comunidad misionera. El mejor regalo: bendecir muchas casas hoy. Eran cuatro y perdimos la cuenta. Desde las 16.10 hasta las 19. Feliz. Casas de estilo europeo. Hogares cerrados sin el estilo local y pintoresco de las cabañas. Y en la última una beer, cerveza. Brindamos. ¿Un deseo? El próximo año volver a bendecirlas. Gente buena en un gran poblado. Mañana la última noche en Siguiri. Triste. No me importa el cansancio por el Reino de Dios, con Cristo y María se transforma en gozo. Aquí descubro la importancia del sacerdote. En las misiones se valora el trabajo. Aquí te sientes sacerdote. Durante la cena una pareja de novios ha venido para casarse. La vida prosigue. Durante la bendición un padre y su hija. Ella le sigue, confía en él, se coge a su mano y él la mira con la mirada paternal. Al atardecer una señora nos ha obsequiado con un exquisito guiso de piel de vaca, buenísimo, pero picante.

Viernes 9 de agosto. Encuentro con los enfermos.


Aquella jornada fue intensa a tenor de los pensamientos escritos en la libreta amarilla. Así anoté:

6.10 levanto; 6.30 misa; 7 laudes y desayuno; 9 leo; 9.30 visitamos enfermos de Saint Alexis; 11 visitamos enfermos de Siguiri, tertulia y lectura; 13 comida, es decir, arroz con carne y plátano, paseo y Hora Intermedia; 2 leo la antología de textos de un francés con corazón africano, Carlos de Foucauld; 4.30 tertulia; 5 al ciber, no puedo entrar en el facebook, envío carta; 7 vísperas y cena (fabada española, carne con patatas y plátano), 202. agenda.

Pero la hoja comienza así:

Canta un gallo que morirá. Felizmente cantaba al amanecer. Una mañana un niño se acercó, tomó su cuello y lo mató. Así lo contó el seminarista. El gallo apagó su canto. Había nacido para morir. Su muerte apagó el hambre de la comunidad y hermanos adoptivos. Animales que crecen en libertad y mueren por nosotros. Ellos impiden la hambrina. Ellos evitan las estremecedoras imágenes africanas de los niños etíopes o somalíes. Aquí gracias a Dios no se pasa hambre. ¿Cómo viven? Sin luz ni agua corriente. Sin lavadora, nevera, microcerámica, microondas, termo de agua caliente, lavaplatos,… ahora bien con teléfono móvil, gracias a las nuevas tecnologías que nos han liberado de los cables.

África es regresar a la infancia de mi abuelo Leonardo a principios del siglo XX. África es vivir un 75 % de la vida de mis bisabuelos, tat… abuelos. Ellos no conocían la luz. Al  amanecer se levantaban, con la noche la lumbre para cenar, hablar, escuchar al padre y a la madre y dormir. Esa niña, la más pequeña de la casa, cogida de la mano de su padre bien pudiera ser mi abuela Carmen, la pequeña de seis hermanos, con su primer amor, el primer amor de toda mujer, su padre “el músic Fernandet”. Partimos.

Las doce, ya estamos aquí. Viernes musulmán. Tranquilidad. Las mezquitas están vacías. No se distingue este día de los demás. En esta ciudad musulmanes y cristianos visten igual y conviven pacíficamente las dos religiones. Todos los comercios se encuentran abiertos, es muy distinto a nuestro domingo. En la lejanía escucho al almuecín invitando a adorar a nuestro Único Dios. Apenas se escuchan las oraciones de la mezquita.

Al amanecer, a las seis, la campana de la iglesia invita al poblado cristiano a levantarse. A las seis y cuarto nos invita a la misa y a las seis y media a orar con María. La comunidad reza el Ángelus.

Las 12:05 Hora Intermedia. Canta un gallo. A leer a un gran enamorado del África sahariana, Carlos de Foucauld. Se oye música en la lejanía.

Noche en la misión. El ruido del motor apaga la música. Arriba los hermanos ven una película. Mi vista se cansa. Aquí es más duro que en Perú, me dice Sergio. Sí, pero tiene un misterio, es África. La gente nos saluda. Son muy educados. Al ciber por el arcén, disfrutando de la tarde africana. Somos distintos y reconocibles. Pasan por la carretera coches y motos. En el ciber somos los únicos blancos. Nadie se mete con nosotros. Nos respetan. ¡Cuánto tenemos que aprender los europeos! Me he sentido extraño en el ciber. No se. Todos me miran. soy diferente a ellos por mi color de piel. En un radio de varios kilómetros somos los tres únicos blancos. Y nos quieren los cristianos. y nos respetan los musulmanes. Caminamos tranquilos por la carretera internacional. No tenemos miedo.

Noche en la misión. ¿Qué hay más allá de la oscuridad que nos envuelve? Hogares con lumbre. Chozas rodeando el patio. Corazones que nos aman. Cristianos felices por tener en la misión a tres sacerdotes que les quieren. Contradicción: deseo estar con mi gente, mis parroquias. Deseo no partir, regresar de nuevo. Disfrutando cada instante del poblado, de la pobreza de mi habitación. ¿Tendré suficiente gel? En el e-mail: soy muy feliz aquí. Gracias Padre.

E-mail enviado desde el ciber de Siguiri.


E-mail enviado desde el ciber de Siguiri:
Con el teclado francés.
Hola a Todos
Es viernes q penqs quedan unos dias en este pueblo de Guinea Konqkry. La experienciq esta siendo como el ano pasado muy buena. Africa de nuevo me ha vuelto a enamorqr. Es encantadorq. La mision es^un pequenyo poblado en una ciudqd mayoritqriamente musulmana; Los cristianos son muy acogedores; los nimos nos saludan y vienen con nosotros; un encqnto co,o todos ellos: Nos levantq,os a laz 6, misa cfon un buen grupo en la pequenya iglesiq, oracion de la mqnyana, desqyuno cqfe con leche y embutidio traido por el seminqristq Pablo desde Espanya, bendicion de las casas, nbos quedan 4 en el poblado y 8 en Siguiril; lecturq; comida; siestq o lectura; bendiciones; lqs 7 laudes; cena y pelicula tertulia o lecturq y q lqs 10 30 descanso; La comida es africana y muy buena todos los dias arroz con carne y platano: La mision es pobre y vivimos en cierta manera como ellos cuando llegamos hqbian puesto la luz de placas solqres hqstq entonces solo teniqn luz 3 horas al dia. Una palabra q lo resuma: soy muy feliz y si el Padre Rafael me admite aue parece aue si y Dios quiere volvere;
El mqrtes regresamos y el miercoles por la tarde ya dire misa en los p_ueblos
Esto es espectacular por el encanto de ser una mision con gente muy acogedorq

Jose, misionero siempre y particularmente estos dias

Corrección. 

Hola a Todos
Es viernes apenas quedan unos días en este pueblo de Guinea Konakry. La experiencia está siendo como el año pasado muy buena. África de nuevo me ha vuelto a enamorar. Es encantador. La misión es un pequeño poblado en una ciudad mayoritariamente musulmana; Los cristianos son muy acogedores; los niños nos saludan y vienen con nosotros; un encanto como todos ellos: Nos levantamos a las 6, misa con un buen grupo en la pequeña iglesia, oración de la mañana, desayuno café con leche y embutido traído por el seminarista Pablo desde España, bendición de las casas, nolo quedan 4 en el poblado y 8 en Siguiri; lectura; comida; siesta o lectura; bendiciones; las 7 laudes; cena y película tertulia o lectura y a las 10 30 descanso; La comida es africana y muy buena todos los días arroz con carne y plátano: La misión es pobre y vivimos en cierta manera como ellos cuando llegamos habían puesto la luz de placas solares hasta entonces solo tenían luz 3 horas al día. Una palabra q lo resuma: soy muy feliz y si el Padre Rafael me admite que parece que si y Dios quiere volveré;
El martes regresamos y el miércoles por la tarde ya diré misa en los pueblos
Esto es espectacular por el encanto de ser una misión con gente muy acogedora

Jose, misionero siempre y particularmente estos días

viernes, 13 de junio de 2014

8 de Agosto. Solos en la misión.




Las fotografías evocan vivos recuerdos vividos allí, en Siguiri, en la misión y el pueblo. Así fue la jornada: 6.15 levanto; 6.30 misa; 7 laudes y desayuno; 9 bendición de las casas en Saint Alexis; 11 almuerzo y vemos Don Bosco; 13 comida; 14 leo Lumen Fidei; 14.30 descanso; 16 bendición de las casas; 18 vemos la película de Don Bosco; 19 vísperas; 20 vemos Gran Torino, si bien mi escasa cinefilia me lleva a retirarme, rezar, terminar la encíclica Lumen Fidei y a las 22 emprender el sueño africano.

Jornada cuasi calco de la anterior y sin embargo ofreció poder escribir dos hojas con los siguientes pensamientos:

Seguimos en África. África es dura. Desde las 20:30 llueve. Pienso en las buenas gentes, cuyas casas he bendecido, sin luz, chozas con techos de paja, mientras llueve torrencialmente, al igual que todos los días. Los niños nos saludan, pelean por cogerse de la mano y hasta quieren jugar con nosotros. Son alegres. Niños que sonríen porque tienen madre, en un lugar donde no hay niños solos y las madres llevan a sus hijos en la espalda, amantándolos. Poblado de padres de mirada tierna hacia ellos. Abuelos juguetones con los pequeños. Todo abierto. La gente vive en torno al patio, así la casa está formada por chozas a modo de habitaciones donde duermen los hijos. Bendecir las casas es entrar en lo profundo de África, en su corazón. Un proceso que comienza en el avión, aterrizando en el aeropuerto, adentrarte por la carretera para llegar a la misión y de allí a la casa. De este modo vamos aterrizando en el corazón de África: la familia.

Hace unos días deseaba regresar pronto, mientras hoy ya más aclimatado intento disfrutar de cada momento. Estoy en África y no en cualquier sitio, sino en una pequeña misión de un pequeño poblado. En Kara había más actividad (los campamentos, las salesianas, el Foyer, la parroquia, las comunidades de base, el Centro Don Bosco). En Saint Alexis hay menos actividad (misa y bendiciones), a penas salimos de la misión. ¿Dónde mejor? Aquí. No hay actividad. Sólo presencia, estar saboreando la tierra, la vegetación, el cielo  y sentirte un misionero de los tiempos pasados, unido a su misión. Hay poco, lo suficiente, mucho. Feliz. Mi vida está allí, en mis pueblos, pero aquí me ayuda para allí. ¿Volver? A Dios se lo pido.

Cuando escribo estas letras me encuentro esperando comprar el billete, apenas queda mes y medio para regresar con quienes han queda “enfermos de África” mis compañeros de la expedición, Sergio y Pablo, más dos seminaristas. Mientras los compañeros de la III Misión a Togo, mi primer encuentro con África, también sueñan en regresar el próximo mes allí. Este es el llamado “mal de África”.